Gina

De Rodrigo Soto

Dirección María Bonilla

 

Hace algunos años el destacado escritor costarricense Rodrigo Soto, viejo amigo desde los años de la Universidad, se me acercó para decirme que había escrito un libro inspirado en mí. El libro, titulado Gina, fue publicado en España la primera vez y en Costa Rica dio pie a un montaje teatral dirigido por la escritora y dramaturga María Bonilla; reseñas y comentarios acerca del libro son fácilmente accesibles en la web.

 

 

Todas somos Gina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

María Bonilla

 

La novela Gina, del escritor costarricense Rodrigo Soto, es un texto que enfrenta el mundo desde la mirada y la vivencia de una  mujer. Una mujer que nace con un camino soñado y a lo mejor pre-dibujado  por su condición de clase, por su madre y por su propia fantasmagoría y cuya

vida la va a llevar por sendas insospechadas, atravesando y siendo atravesada por diversos espacios.

 

En el espacio histórico, encontramos que Gina es una mujer que pertenece a un contexto específico, la Costa Rica entre la década de 1950 (fecha aproximada de su nacimiento) y la de 1990 (momento aproximado en la que ella inicia su camino de vuelta a San José, desde Limón, donde la novela termina).

 

Lo anterior hace que la novela se constituya en una radiografía-testimonio de carácter histórico. En esas décadas Costa Rica vive acontecimientos político-históricos claves, como el movimiento contra ALCOA, la erupción del Volcán Irazú y la guerra sandinista y sufre cambios vertiginosos en la estructura socio-familiar y religiosa, como el divorcio  y las relaciones prematrimoniales estadísticamente mayoritarias.

 

En el espacio geográfico, Gina vive una geografía específica, que se recoge en la novela, como lo es el San José bajo la ceniza del volcán Irazú, el San José de los profesionales formados en París, el San José de la guerra sandinista, el San José de la manifestación de ALCOA, las montañas de Talamanca, Limón. Además, Gina vive en una muy suya, particular, que está constituida por sus múltiples mudanzas, mudanzas que son a la vez, geográficas, físicas y psicológicas, interiores. En el espacio psicológico, la historia de Gina es la historia del crecimiento interior de una mujer nacida en la clase media-alta, educada en colegios religiosos, que participa de ALCOA, hace el amor antes de casarse, se casa, tiene hijos, se divorcia, se muda, llega a Limón, se enamora de un negro con el que tiene un hijo y se vuelve a San José sin tener un camino predestinado ni decidido de antemano.

 

Es la historia de un destino anunciado y planificado desde el nacimiento de clase pero desbaratado por la vida y las decisiones que ella toma, en busca de sí misma y de su rol en su momento histórico, lo que le va a permitir rearmarlo desde un lugar distinto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el espacio religioso, la protagonista es educada en un colegio religioso, en el que le enseñan las represiones y los  estereotipos que tendrá que superar en su camino posterior, como la virginidad como valor de pureza, la sexualidad femenina como valor proscrito de ser ejercido, el matrimonio y su importancia como institución de clase.

 

También el texto hurga en los roles tradicionales de hombre y mujer de la Costa Rica de esos años: la figura paterna, ausente (en este caso

por muerte, una muerte mal resuelta en todos los planos según Gina), el marido tradicional (aunque haya sido educado en el París del 68 y en adelante), la esposa tradicional cuyo matrimonio colapsa y la deja en el vacío, en la nada, su búsqueda de sí misma, en donde sus múltiples mujeres tratan de encajar y cohesionarse (la antropóloga que va a Talamanca, la madre y esposa, la mujer sola, su encuentro  con esa Costa Rica discriminada, fascinante y misteriosa de Limón), la madre que no sabe cómo no cometer los mismos errores con sus hijas que su madre cometió con ella.

 

Estas décadas, en las que se han operado cambios fundamentales  en la estructura de vida de las instituciones y la familia costarricense, han sido tema de otras novelas, como María la noche, de Anacristina Rossi y La huella de abril, de Alicia Miranda.

 

Gina, por la estructura del conflicto ideológico que presenta, por su vocación histórica de revisión y reflexión sobre la Costa Rica que llega fisurada al siglo XXI y por su perspectiva de futuro, es, teatralmente, muy interesante de explorar, dejándonos, entre sus marcas, la conciencia de la importancia de atravesar e  involucrarse en todas las vivencias y procesos interiores a los que nos reta el encuentro con la responsabilidad, compromiso, gozo y coraje de vivir el amor en todas sus formas: el amor por el otro, por el prójimo, por la patria, por los hijos, para poder estructurarnos como seres humanos dueños de nosotros mismos y de nuestro destino.

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